Ribat es un niño de tres años que vive junto a su padre y su madre en una casita desde la que se ve el desierto a un lado y el mar del otro.
Su padre se levantó una mañana y le dijo que se iba a trabajar muy lejos: – Aquí tienes esta bolsa de dátiles, y le entregó una enorme bolsa de tela blanca repleta de dátiles.
Te comerás uno al día y antes de que te la acabes, yo regresaré. Lo abrazó fuerte y se marchó.
De esta manera comienza un trabajo desarrollado como un acontecimiento sensorial en el que la actriz Pury Estalayo maneja objetos, sonidos y el propio espacio creado. La intérprete traduce una narrativa sencilla con la indagación del cuerpo narrador y la figura infantil (Ribat) que crea un mundo a pesar de la dificultad cotidiana. El impulso de vida plasmado en el trabajo corporal de la actriz es una metáfora de la creación de Ribat, el niño protagonista, que lo alimenta en su impulso de vida.
El músico sudanés Wafir Shaihkeddin Gibril aporta sonidos de oud, daff, nai y canto recrean la atmósfera de agua y arena con sus silencios repletos de sensorialidad.
La escenografía, a cargo del pintor Walter Canevaro, abre la perspectiva de la forma y el color del paisaje con excelente calidad plástica.
Al final el público recibe un dátil por parte de los intérpretes.
La dirección y puesta en escena corre a cargo de Daniel Lovecchio.