Elena y los espejos aborda con delicadeza y ritmo incomparables
temas tan complejos como la anorexia, la separación, los cambios familiares
y el desmoronamiento de una forma de ver el mundo.
Elena y los espejos es, ante todo, una historia entrañable, capaz de
bucear sin estridencias en cada poro de la adolescencia de Elena, dejando
entrever que, más allá de la impotencia de su padre, de la culpa
de su madre, del rechazo de Azucena o la amistad de Mar y Aitana,
estará el amor como un faro donde sujetarnos en tiempos de tormenta.
Con un estilo ejemplar y por momentos poético, Pury Estalayo se
apunta como uno de los referentes más recomendados de la literatura
juvenil y del panorama literario español.
Entrevista con la Editorial:
A veces ocurre que te llega un texto a la Editorial y cuando empiezas a leerlo ya en la tercera página sientes que la cosa va en serio. Que, simplemente, no puedes parar de leer y que la montaña rusa de la historia te abduce hasta dimensiones poco saludables. Luego comprendes que, a tus treinta y tantos, estás leyendo la historia de una adolescente en su conflicto con la vida y te preguntas cómo es que te interesa tanto esa historia que cualquier editor catalogará, y cataloga, como “novela juvenil”. Cuando la terminas, casi sin respirar, tienes la respuesta servida: hay historias de vida que trascienden todos los géneros y de eso exactamente se trata Elena y los espejos, de la madrileña y súper experimentada Pury Estalayo, la nueva publicación de la Editorial Falsaria.
Era de suponer que, con semejante pieza, la Editorial quisiera publicarla y, por supuesto, conocer a su autora (así de fetichistas somos) y hablar de tantas cosas (infancias, literatura, sociedad, autores y, por supuesto, su libro). De esa fascinación nace esta entrevista que os presentamos con mucho placer.
¿Qué se encontrará el lector cuando abra Elena y los espejos?
El lector se encontrará con una historia humana que va de lo íntimo a lo universal. Buceará por un momento crítico en la vida de una persona, en este caso de una adolescente, con todos los rasgos comunes de las vivencias críticas en las vidas humanas, pero también con las singularidades de esta vida en concreto, de la vida de Elena, y la vida de sus espejo: las relaciones nucleares para la joven en ese momento de tránsito.
Una de las cosas que llama la atención y atrae al mismo tiempo es la cantidad de temas que se tocan (la anorexia, la separación, la adolescencia, los cambios de la vida, etc.). En ese sentido, Elena y los espejos va mucho más allá de un género…
El abordar, como decía antes, vivencias complejas desde lo íntimo del ser humano, hace que un núcleo narrativo, como puede ser la anorexia, se amplíe a otros núcleos asociados a esa vivencia. Como en la vida. Como cuando se tira una piedra a un río y aparecen alrededor del lugar de la caída, dibujos circulares en el agua. La novela cambia la voz narrativa y, después de Elena, son sus espejos los que van tomando esa voz como narradores de sus propias situaciones. Eso hace que se amplíen los temas tratados y también las posibles identificaciones del lector con vivencias y personajes. Así como esas voces narrativas van tomando protagonismo al modo de una carrera de relevos que se dirigen a una meta, así distintos temas van tomando protagonismo, dirigiéndose todos a un mismo núcleo.
La sensación al terminar Elena y los espejos es la de haber encontrado la luz, como si después de haber atravesado una dura tormenta que nos ha cambiado por completo, viene un tiempo de tranquilidad, un tiempo donde toca recoger lo aprendido. ¿Lo crees así?
Así es. Tu pregunta me hace pensar en la estructura narrativa de los cuentos clásicos en la que los protagonistas suelen vivir un viaje iniciático, difícil, de crecimiento, pero del que salen fortalecidos. Elena vive y nos hace vivir un viaje a lo largo de la novela. Un viaje complejo en un momento de la vida en el que se actualizan para ella conflictos de momentos más tempranos. Elena (y los que la acompañan) llega a un momento de profunda oscuridad y, desde ahí, da el salto hacia la vida. Esa salida de la tormenta tiene que ver con la riqueza del tesoro de lo interno y también con lo que recibe de sus compañeros de viaje.
En este sentido, Elena y los espejos no es un libro de autoayuda y de hecho está bastante lejos de serlo. Sin embargo, tiene esa impronta casi didáctica de los libros que son capaces de ayudarte a entender un poco más el mundo de la infancia…
Considero que toda producción artística puede llegar a tener una función didáctica sin que ese sea su objetivo primero, sino más bien una consecuencia. El campo de identificaciones que una obra literaria promueve puede servir para posibilitar estructuras de juego simbólico que, de alguna manera, educan o más bien posibilitan vivencias de cambio.
Hay algo que sí me pareció importante plasmar en la novela y tiene que ver, de alguna manera, con la pregunta. El contacto con el arte, puede ayudar, puede sanar. Sin desvelar nada de la novela, sí puedo decir que es justamente la escritura uno de los elementos que ayudan a Elena a salir de la tormenta. Es a través de las palabras escritas desde donde la protagonista podrá ir encontrando cauces de salida y elaboración de los conflictos internos.
El contacto con el arte, puede ayudar, puede sanar.
¿Por qué te has dedicado a la literatura juvenil? ¿Qué ves en los niños/jóvenes que no ves en los adultos, pese a que tu literatura también sea universal?
Desde mis inicios profesionales, mi tarea en el arte, como actriz y escritora, ha estado ligada a la educación y, en concreto, a mi trabajo como profesora de expresión artística con niños y jóvenes. Este contacto con la infancia, por mi ámbito profesional, es una escuela permanente. Una escuela de vida. Creo que el modo de contar y de vivir de la infancia está mucho más cercano a la vivencia del instante. Los grandes“por qué” filosóficos, comienzan a edades muy tempranas: ¿Quién soy? ¿A dónde voy? ¿Me quieren? ¿Dónde van los que ya no están? Son preguntas que los niños comienzan a hacerse desde los tres años. Por ello, una obra literaria dirigida a niños o a jóvenes, si está tratada en profundidad, es una obra universal. Las temáticas pueden tener mucho de común, aunque varíe la forma.
La literatura juvenil está, normalmente, escrita por adultos. ¿Hay que tener algo especial para lograr conectar con ellos?
En mi caso, ha sido fundamental el contacto con ellos a través de actividades creativas. Vivir con ellos sus procesos creativos, su modo de simbolizar, sus preocupaciones, el modo de relacionarse desde lo íntimo con el otro y con el entorno. Esta relación concreta y continuada ha sido para mí un privilegio a la hora de escribir teatro y narrativa dirigida a ellos. Pero, aunque un escritor, no tenga esta posibilidad, la conexión sensible con su propia vida, el buceo interior profundo, puede dar y da los elementos necesarios para “ponerse en el lugar de…”
Cuando un conflicto, plasmado en la obra literaria en personajes de una edad concreta, un género concreto, una nacionalidad concreta, es tratado con rigor, tanto en la vivencia como en la técnica, conectará sin duda con el lector al que se dirige y, como consecuencia, con todo lector.
Como autora teatral, has publicado numerosas obras también de género juvenil e infancia (muchas representadas en España y en festivales de todo el mundo). ¿Cómo logras ese desdoblamiento entre la narrativa y el teatro? ¿Cuál te resulta más cómodo?
El desdoblamiento vino de una manera muy orgánica, ligado a la propia actividad, por lo que siempre lo he vivido como escrituras que se complementan y se enriquecen la una a la otra. Comencé escribiendo género teatral teniendo la posibilidad de transformar esa escritura en representaciones en distintos escenarios del mundo. Los elementos fundamentales que esa escritura teatral ha aportado a mis obras narrativas han tenido que ver con la construcción de los personajes, la relación entre ellos y también la importancia de los diálogos. Y sobre todo el valor de los subtextos. Cuando uno ve en acciones, en un escenario, su obra escrita, puede observar en profundidad esta importancia de los silencios que no lo son. Me interesa mucho el subtexto. Lo que se puede representar, simbolizar, sin ilustrar. El silencio es tan importante como el sonido. La espera y la quietud tanto como la acción. En el contraste está el equilibrio. Me interesa que en mi narrativa, como ocurre en el teatro, exista un recorrido en el texto y otro paralelo y de fuerza equiparable en el subtexto. Un lenguaje de lo no escrito.
Comencé escribiendo género teatral teniendo la posibilidad de transformar esa escritura en representaciones en distintos escenarios del mundo
Para una persona como tú, cuyo material ha servido para crear cortos cinematográficos, producciones de teatro, que no está encasillada ni en un género ni en una actividad artística, ¿qué significa escribir? ¿Cómo logras esa inspiración?
Escribir para mí, significa intimidad y privacidad estando con el otro. Una conexión con lo más profundo de mi misma. El resto de las actividades artísticas y educativas que realizo a lo largo del día me conectan necesariamente a vivencias grupales donde ese grupo es protagonista (representaciones, clases, organización de muestras…). En mi momento de escritura, puedo llevar todas esas vivencias a un momento privado. Es fundamental en este momento vital para mí este contraste, esta complementariedad.
La literatura infantil/juvenil es uno de los géneros que más dinero factura del mercado editorial, pero, en general, son productos importados cuya idiosincrasia, para llamarlo de alguna forma, tiene poco que ver con la nuestra. Esto es algo que sobre todo se observa en el público adolescente. ¿Puedes decirnos si coincides con este diagnóstico y en su defecto cómo ves el estado de la literatura en España?
En la mayor parte de las actividades que los niños y adolescentes realizan o en los estímulos que reciben a lo largo del día, deben abandonar en gran medida, la subjetividad, el mundo interno, para poder adaptarse a la realidad que esta sociedad les ofrece. Una sociedad que se presenta como global por necesidades, en la mayor parte de las veces, de mercado exclusivamente. El consumismo, la televisión, la tecnología, la necesidad de efectividad y resultados rápidos, ejercen una feroz presión y posibilitan a las grandes empresas la compra y la venta de la infancia y adolescencia. Incluso algunos espacios de arte parecen transformarse en sucursales de palomitas, bebidas y tiendas de regalo. ¿Dónde se esconde, entonces, la percepción, la sensibilidad, la emoción, la espera, el ritual, el deseo? Creo que el estado de la literatura tiene que ver con este estado del que hablo que es común a otros expresiones artísticas que se ofrece a los más jóvenes: películas, obras de teatro…
En ellas no suele primar la visión de facilitar la construcción de sujetos que conlleva el poner en juego lo singular. Sería necesario profundizar más en brindar a los jóvenes obras artísticas que puedan dar un lugar para la elaboración del deseo a través de la acción simbólica.
Si bien es cierto que has publicado novelas y cuentos y obras de teatro para todos los públicos, todo escritor tiene sus referencias. ¿Qué autores han sido o son una referencia para ti?
Son tantos y de géneros tan diversos…
Bachelard y sus poéticas desde la fenomenología.
Vladimir Propp y sus investigaciones sobre la morfología de los cuentos.
El maravilloso Chejov, tanto en teatro, como en cuentos.
Harold Pinter, Borges, Raymond Carver, Salinger, Margarita Yourcenar…
Y cada niño y cada joven que, ante un estímulo adecuado, escriben los mejores núcleos narrativos que yo he escuchado.
Sería necesario profundizar más en brindar a los jóvenes obras artísticas que puedan dar un lugar para la elaboración del deseo a través de la acción simbólica.
¿Qué consejos les darías a esos autores de literatura juvenil que, comúnmente, se frustran por no encontrar su público adecuado?
El consejo que daría a cualquier escritor, a cualquier artista: que no pierda la conexión con su propio deseo y con su propia necesidad de expresión.Que eso, unido al crecimiento en las herramientas técnicas, sean el motor de su escritura. Y que si quiere escribir para niños o jóvenes, lo haga desde la concepción de lo más profundo de esas edades, considerando a estos lectores como los más “exigentes”.
El trabajo con adolescentes debe convocar periódicamente a compartir una experiencia dirigida al territorio del misterio y no de las certezas. Un enfoque que aborde, no el explicitar, sino el trabajo con el ritual, la forma de un escalofrío, la arquitectura de los temblores.
Haz click en el enlace para ver la Entrevista completa:
http://www.falsaria.com/2013/09/pury-estalayo/
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